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Eran dos eruditos estadounidenses de la administración traídos por Egipto en 1962 para ayudar en la reestructuración de los asuntos administrativos del Estado.
Eran dos eruditos estadounidenses de la administración traídos por Egipto en 1962 para ayudar en la reestructuración de los asuntos administrativos del Estado.
Hay una extrema necesidad de metodología Islámica
Sabemos bien que los sistemas gubernamentales se adaptan a los ambientes culturales en los que están, y es imposible estudiar cualquier plan para reorganizar el aparato gubernamental y las medidas, sin reconocer las corrientes generales de la nación y sus principales creencias.
El Gobierno, sin embargo, es una de las fuerzas constructivas de cambio y desarrollo, como parece claro en los logros alcanzados en Egipto a lo largo de los diez años siguientes a la revolución de 1952.
Para tener una profunda reflexión sobre el futuro y proponer cambios importantes para su desarrollo, deben ser estudiadas dos fuerzas principales:
Primero, el fuerte impacto cultural que se inclina a mantener las tradiciones heredadas.
El otro es el valor creativo de nuevas ideas y sistemas, que podrían cambiar las condiciones de una nación en una nueva vida de nuevos valores y creencias.
Debemos confesar, desde el principio, que el aparato gubernamental no es el más importante, porque las creencias y valores en el que está centrado son de mayor importancia y trascendencia. Si el nuevo aparato reviviera esos valores y credos y los enmarcara en forma de sistemas, el progreso de la nación no se encontraría en los sistemas gubernamentales, sino más bien en las subyacentes fuerzas éticas, filosóficas y espirituales.
Es deber de los responsables de la reorganización del aparato gubernamental buscar la orientación de la cultura de la nación y entender sus valores y creencias regentes.
Ya que es difícil para nosotros entender los valores y creencias de la gente porque pertenecemos a una cultura diferente, nosotros hemos ejercido mucho esfuerzo para identificarlos a través de la lectura, así como reuniones con líderes de la religión, la ética y la filosofía, para conocer las diferentes corrientes culturales egipcias que parecen tener una gran influencia sobre los problemas en cuestión.
Durante la investigación, hemos sido guiados hacia una serie de creencias principales pertinentes a estos problemas. Los mencionaremos brevemente, como sigue:
1- Las personas son iguales ante Al-lâh y por lo tanto ante Ley.
2- No corresponde al gobernante, el clérigo o cualquier persona, privar al hombre de sus derechos y deberes o colocarse entre él y Al-lâh.
3- El mal uso personal de la autoridad es rechazado por el carácter moral generoso.
4- El sistema de liderazgo es principalmente favorable. Pero cada tutor es responsable ante Al-lâh por aquellos bajo su tutela. De esta manera, él debe hacerse cargo de los asuntos de la nación. El liderazgo, además, no es hereditario, sino más bien basado en la elección, y su sostenibilidad depende de los niveles morales que acata y los servicios que introduce.
5- El principio de consulta, así como elecciones, municipales y nacionales, es necesario para las obras y resoluciones gubernamentales.
6- La propiedad individual es un derecho sagrado, siempre que las posesiones se utilicen de manera fructífera y una parte de los ingresos debe reservarse para ayudar a los pobres, servir a la comunidad y los impuestos (es decir, limosna y gastos).
7- La comunidad y el gobierno basados en la consulta tienen derecho a decidir lo que es correcto y lo que está mal, según principios religiosos y morales bien establecidos.
8- La mano de obra tiene una posición especial y el obrero debe ser justamente remunerado por su trabajo.
9- El hombre está obligado a adquirir conocimientos, actuar con sensatez y utilizar el conocimiento que alcanza para beneficiar al pueblo y complacer a Al-lâh.
Parece, según estos puntos, que la cultura islámica es la base más apta para un gobierno exitoso en los tiempos modernos.
También introduce a los egipcios los principios sobre los que podrían establecer su nueva democracia caracterizada por el liderazgo constructivo eficiente, la participación del pueblo en el Estado y la explotación de la riqueza pública y privada para el bien de la nación.
De ninguna manera podría la cultura islámica obstaculizar el progreso y el desarrollo de los sistemas gubernamentales, ni requerir obediencia ciega o la adhesión a tradiciones obsoletas. La cultura islámica, por el contrario, alienta al hombre a utilizar su razón para evaluar las necesidades del mundo moderno y tener confianza en el liderazgo responsable y el intercambio de opinión y consejo.
Esta es exactamente la metodología necesaria[1].
[1] Muhammad Al Muhammad Mâdhi, The Administration Magazine, julio de2008.
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